Titadyn, el eterno retorno (XXXIV) por Rasmo
(Sigue de entradas anteriores)
He discutido las circunstancias de hecho en torno a la posible relevancia que hubiera podido tener la comunicación errónea sobre el tipo de explosivo al mediodía del 11 de marzo. Seguidamente, expuestos tales hechos, terminé mi anterior entrega discutiendo la débil consistencia del razonamiento teórico que los encuadra, según el cual ésta fue la información que determinó que todo el mundo (Policía, CNI, Gobierno) pensara que la masacre había sido obra de ETA. Creo haber mostrado que es un razonamiento falaz.
Debo precisar, sin embargo, que no pretendo ningunear el dato sobre el explosivo. Sólo quiero calibrar su importancia en su justa medida, colocándolo en una perspectiva realista y equilibrada. Tan verdadero como que a algunos sí les pudo parecer relevante es que otros no le otorgaron mayor trascendencia. Lo que sugiero es que se trata de algo tan incierto a priori, que no puede asumirse dogmáticamente su carácter decisivo. Si se atribuye a un conspirador en ciernes que prepara un golpe de Estado policial y/o mediático la misma inteligencia que algunos adjudican a los imputados de la versión oficial para dudar de ésta, el postulado que discutimos es decepcionantemente simplista.