Hace unas semanas inicié, casi sin quererlo, una polémica con Santiago Allica (uno de los Peones Negros más activos en el blog de Luis del Pino, con el mote de «Trico») en un medio electrónico llamado Diario Liberal, editado por Eduardo de Lácara. Digo casi sin quererlo porque habiendo dado con esa página por casualidad, no pude dejar de notar que reservaba un espacio significativo a promover el conspiracionismo del 11-M. Ello dio pie a una carta a la redacción, en la que me quejaba de que un diario que se anunciaba como «la información con criterio» diera pábulo a las teorías conspiracionistas. El editor me contestó diciendo que su medio promovía el debate, y me pidió permiso para publicar la carta, a lo cual accedí. Dicha carta provocó una irritada respuesta de Allica, a fuer de autor de la mayoría de los artículos conspiracionistas de ese medio, carta a la cual, a mi vez, respondí de forma breve. Allica volvió al a carga, con una extensa contrarréplica. Tengo que confesar que ello me sorprendió agradablemente; los conspiracionistas no suelen abrir sus espacios al debate.
Así que acostumbrado a este tipo de intercambios, pergeñé a mi vez una larga respuesta y la envié al editor, con la confianza de verla publicada a la luz de su invitación al debate, por no mencionar el elemental derecho de réplica que amparan las leyes. Pasaron los días sin que mi réplica fuera publicada. De todas formas pensaba publicarla en esta bitácora, así que no le di demasiada importancia. Pero unos días después caímos en la cuenta (el colectivo de Desiertos Lejanos, no el yo mayestático) de que todas las intervenciones habían desaparecido, no ya de la portada de la página Web, sino también de los enlaces directos que llevaban a ellas. La polémica, de un plumazo, había dejado de existir.
En su lugar ha aparecido, en la página de Diario Liberal, un documento pdf que reunía los artículos de Allica, con un prólogo del propio Lácara del cual extraigo –gracias al colega Acorrecto, que además rescató del cache las réplicas de Allica– un par de fragmentos:
A lo largo de este verano, los miles de lectores de Diario Liberal han gozado
del privilegio de poder leer las paradojas sobre la masacre terrorista del 11-M que
Santiago Allica ha publicado en nuestras páginas digitales.
No pocos han intentado –e intentarán- explicar la trama que rodea al siniestro
atentado. En puridad, su éxito ha sido parco, relativo, y el sempiterno oscurantismo de
las esferas de poder en España ha terminado por sumir en las tinieblas a los ciudadanos.
[…]
Con indiscutible acierto, Santiago ha sabido conducirnos a través de lo poco –o
nada- que los ciudadanos conocemos de lo acontecido aquel fatídico 11 de marzo de
Madrid..
Cuento esta breve anécdota para que quede constancia de cómo entienden nuestros adversarios el debate, la objetividad y el espíritu crítico. Se enredan en largos soliloquios de los que invariablemente salen convenciéndose a sí mismos de la razón de sus argumentos; eliminan las opiniones críticas; se cierran ante toda voz que pueda enfrentarlos a la disonancia cognitiva que padecen. El poco debate que permiten es eliminado sin dejar huella, a poco que se sientan en aprietos. Honestidad intelectual, creo que la llaman.
Sin más preámbulo, doy paso a mi respuesta a Allica, primera parte. El ejercicio ha merecido la pena, en la medida en que pone de manifiesto buena parte de las miserias metodológicas del conspiracionismo. He decidido no cambiar ni una coma del texto que envié a Lácara, dejando incluso el párrafo en el que le elogiaba por permitir este debate, y que originalmente pensaba editar para adaptar el texto al formato de un artículo de esta bitácora. Pero más vale dejar constancia de lo ingenuo que puede ser uno. Comencemos.
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